Comentario
La expedición
Ya hemos estudiado los antecedentes históricos que hicieron posible la expedición a la Florida; igualmente hemos tratado de las personalidades del jefe, Pánfilo de Narváez, y de su tesorero Alvar Núñez, que gracias a su relación, hará inmortal esta desgraciada expedición. Tan sólo nos resta comentar brevemente el transcurso de la misma. La Relación de Alvar Núñez es realmente un libro de Memorias, resumidos nueve años. Y aunque las vivencias estén recientes, tienen que fallar los detalles, sobre todo si se pretende hacer una descripción minuciosa de todos los lugares por donde pasaron. Tengamos también muy en cuenta que la nomenclatura que los conquistadores o exploradores impusieron en gran parte se ha perdido. Por ello es muy difícil la identificación de tanta isla en el golfo de México, comenzando por la famosa de Malhado. Lo mismo cuando se encuentran con tantos ríos, aunque algunos, por las referencias que Alvar Núñez da, son reconocibles fácilmente, como el Mississippí, el Colorado o el Río Grande.
No obstante, a pesar de estos serios inconvenientes, el itinerario de la expedición puede hacerse casi sobre seguro, si tenemos en cuenta la situación o emplazamiento de las naciones indígenas; pero aquí también la certidumbre vacila cuando nos encontramos con la movilidad, el nomadismo de los pueblos de las praderas. Después las localizaciones se hacen más precisas cuando llegan al gran área agrícola del maíz.
Ultimados los preparativos de la expedición desde Sanlúcar de Barrameda, tocan en Santo Domingo, costean Cuba por el Sur y, al pretender arribar a La Habana, una tormenta del Sur los dirige a la costa de la Península de Florida, a una bahía situada al Sur de la de Tampa. La localización y descripción de Tampa es bien detallada. Si Alvar Núñez describe con extraordinario realismo las pantanosas tierras de la Florida, intentar precisar por dónde fueron resulta difícil. Nos consta que caminaron por el interior, hacia el Norte, y que tuvieron que atravesar forzosamente el río Swance. Entran en territorio de los seminolas, famosos por su belicosidad, y pasarían posiblemente por las proximidades de la actual Tallahassee, actual capital del Estado de Florida. Aquí comienza el principio del fin de la expedición de Pánfilo de Narváez. El éxito de Cortés de haber conquistado un gran Imperio indígena había sido uno de los acicates para el montaje de la expedición a la Florida, pero indicios de la existencia de ese pretendido imperio indio son totalmente negativos, dado el primitivismo de las tribus con las que se han topado, que apenas conocen la agricultura.
De ahí se inicia la vuelta hacia el oeste, llegan al río Alabama y, desengañados, arriban posiblemente a la actual bahía de Mobile, tras una penosa marcha a lo largo de la costa. Allí se plantea el regreso a tierra de cristianos, ya que la expedición se considera totalmente fracasada, porque no se ha topado con el imperio indígena, que se consideraba estaría a continuación del de Cortés. Y van a comenzar los desaciertos, comenzando por el desconocimiento real de la geografía del lugar: creen que el río Pánuco está muy próximo, a unas jornadas de navegación de donde se encontraban.
Allí hacen con ímprobos esfuerzos unas barcas y balsas donde embarcan los expedicionarios ya muy diezmados por el hambre y las enfermedades. Montan en estas embarcaciones tan apretados que no nos podíamos menear, y por la costa llegan a las bocas del Mississippí, porque el río entraba en la mar de avenida; lo atraviesan penosamente y surge el desastre. Una turbonada termina por dispersar a la flotilla y Alvar Núñez y unos pocos llegan a la isla de Malhado. ¿Pueden ser las islas Dernieres, todavía en el delta del Mississippí o una de la cinta del litoral colmatoso, que se inicia a partir de la bahía de Galveston? Lo más fácil es la primera posibilidad. Llegan a tierra y comienza la increíble marcha hacia el Oeste; al principio, cerca de la costa: Jennings, Lake Charles, Beaumont; siguen hacia Austin, atraviesan el Colorado, la meseta Edward, alcanzando el río Pecos; finalmente llegan hasta el Río Grande y siguen hacia el Norte, atraídos por las noticias de los pueblos. Cuando llegan a los primeros poblados, inician el regreso hacia el Suroeste, pasando posiblemente por Mesa y atravesando el Río Gila; pasan por los valles de Sonora hasta Pumas, que denominarán los corazones de venados; a partir de aquí comienzan a encontrar señales de los españoles por las márgenes de Petatlén, por Sinaloa y logran el ansiado contacto con ellos en Alcaraz. Ya en tierra de cristianos, seguirán hacia San Miguel, Compostela y México, donde serán recibidos triunfalmente, y los cuatro de la fama se dispersan. Alvar Núñez y su fiel Andrés Dorantes, que le acompaña al Río de la Plata, regresarán a España vía Veracruz-La Habana --isla Tercera-- a Lisboa, adonde llegan el 9 de agosto de 1537.